Es la ruta con más tradición histórica de cuantas llegan a Santiago. A pesar de que el Camino del Norte, el Primitivo o la Vía de la Plata también aguardan muchos secretos, el francés es el más reconocido internacionalmente. Y lo es por un simple motivo, fue durante la Edad Media la conexión entre Europa y Santiago de Compostela.
Ya en el siglo IX el Camino de Santiago se convirtió en la ruta de peregrinación más importante en todo el Viejo Continente. Centenares de peregrinos se dirigían hasta la pequeña ciudad gallega movidos por su fe para contemplar los restos del Apostol Santiago, lo que acabó dando lugar a un desarrollo artístico, social y económico que encumbró a algunas de los puntos por los que discurre esta ruta.
El Camino Francés fue descrito por primera vez en 1135, en el Codex Calistinus, el gran manual de referencia jacobeo. En su libro V el códice señala las etapas o tramos de la ruta desde tierras francesas e informa con precisión sobre la hospitalidad, el buen recibimiento de los ciudadanos locales, las costumbres, la gastronomía y los puntos de interés de la ruta.
Este código, atribuido al clérigo francés Aymeric Picaud, fue la primera piedra para hacer del Camino Francés la ruta con mayor afluencia histórica hasta Santiago. Actualmente esta afirmación ya no es tal, pues otras vías gozan también de mucha relevancia. En cualquier caso, hay lugares que son espectaculares en esta ruta, especialmente durante el último tramo ya en tierras gallegas.
Templo fortaleza de San Nicolás de Portomarín
Desde Sarria parte una de las etapas del Camino Francés. Esta localidad lucense se encuentra a poco más de 100 kilómetros de Santiago, por lo que se cumple el requisito mínimo para recibir la compostelana, si se hace la peregrinación a pie.
Uno de los pueblos que se atraviesa partiendo desde Sarria es Portomarín, de hecho es el final de la primera etapa en este recorrido. Allí, todavía en Lugo, se localiza un templo fortaleza que es el protagonista de centenares de fotografías entre los peregrinos. Esta localidad tiene también un gran legado histórico, pues en 1963 fue sepultada por la crecida del Miño, el gran rio gallego.
Monasterio de Vilar de Donas y Castillo de Pambre
Desde Portomarín toca continuar con el camino hasta Palas de Rei. La etapa discurre por la sierra de Ligonde y la comarca de A Ulloa, dando paso a preciosos paisajes. La zona, muy conocida por sus quesos, ofrece pequeños monumentos y templos que sorprenden a los peregrinos, como el crucero de Lameiros o los pueblecitos de Lestedo y Portos.
Justo a la salida de este último hay un acceso que lleva hasta el Monasterio de Vilar de Donas, una edificación eclesiástica de época medieval que perteneció a la Orden de Santiago. Si tienes tiempo de disfrutar de esta joya arquitectónica, no dudes en hacerlo, pues su capilla mayor conserva algunas de las mejores pinturas góticas de toda Galicia.
Al final de la segunda etapa, ya en Palas de Rei, en plena comarca de A Ulloa, ya en A Coruña, aparece la fortaleza de Pambre. Este castillo medieval fue construido por Gonzalo Ozores de Ulloa en el año 1375 y sigue siendo, a día de hoy, uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval gallega de esos siglos. Actualmente conserva la torre central o del Homenaje, los cuatro torreones en las esquinas y el patio de armas, con una bonita capilla románica.
Cabazo de Leboreiro y Capilla de Santa Irene
En una etapa posterior, la que dirige a los peregrinos hasta Arzúa, recorre por localidades como Leboreiro. En esta destacan especialmente su puente medieval y el cabazo que hay junto a la iglesia de Santa María.
El cabazo, construcción que se asemeja mucho a un horro gallego, es una construcción arquitectónica pensada para guardar el cereal, de ahí que esté elevada del suelo. Unos kilómetros más adelante, cuando se supera Arzúa y el camino discurre hasta Pedrouzo, aparece la bonita capilla de Santa Irene.
En este momento queda ya poco para llegar hasta Santiago y cumplir la meta, pero antes de sentir el gozo que supone observar la Plaza del Obradoiro y la llegada hasta el Campo de Estrellas (Compostela), esta ermita en medio del bosque sorprende a todo aquel que la descubre por su belleza paisajística de la que aquí puedes saber más. Junto a ella, además, se sitúa la Fuente de la Eterna Juventud, un manantial que mantiene joven a todo aquel que se lava con sus aguas.
El Monte de Gozo y finalmente Santiago
El destino final es Santiago, con su Pórtico de la Gloria, sus puertas Santa y del Perdón, los restos del Apostol y sus cuatro grandes plazas: Obradoiro, Platerías, Quintana y la Inmaculada. Es el momento de más júbilo, pero para llegar hasta él primero hay que pasar por un lugar cada vez más famoso y fotografiado, el Monte de Gozo.
Este pequeño alto a seis kilómetros de la ciudad es uno de los grandes símbolos de la ruta, pues desde él ya se observa la Catedral y parte de Santiago. Su nombre, Gozo, ya revela lo que supone alcanzar este hito. Un punto casi final al Camino Francés, el de más recorrido histórico en la peregrinación jacobea.
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