Hasta nuestros días llega la historia de Manuel Blanco Romasanta, conocido para muchos como el hombre lobo de Galicia. Original de un pequeño pueblo de Ourense: Regueiro. Este niño nació en noviembre de 1809, pero no fue hasta años después que empezó su leyenda.
El hombre lobo de Galicia
La historia de Manuel Blanco Romasanta no empieza de forma muy diferente de la de cualquier vecino. En 1830 se casó con una joven de una población cercana, Soutelo. Contaba entonces con 21 años, pero poco le duró el idilio.
Tres años después su mujer murió. Solo y con 24 años abandonó su hogar para ganarse la vida como vendedor ambulante. En esa época recorrió lejanas tierras, llegando incluso a Galicia y tuvo oportunidad de desarrollar muchas habilidades útiles.
Muchos decían de él que era afeminado porque sabía tejer, algo más propio de las mujeres. Pero, más allá de esta tarea, resultaba ser un joven bastante corriente. Y solía llevarse bien con campesinos y personas humildes.
Por aquel entonces, rozando la primera mitad del siglo XIX, la organización social diferenciaba estamentos claros. En la parte más alta de la pirámide se encontraba la iglesia (el clero) y la burguesía (los nobles).
Una desaparición muy oportuna
Manuel Blanco Romasanta contaba ya con 43 años cuando empezaron los sucesos extraños. A su paso por una de las poblaciones gallegas desapareció el alguacil, un tal Vicente Fernández.
Pero tras investigar los hechos descubrieron que Romasanta le debía una suma considerable. Por lo que Fernández iba a embargarle antes de desaparecer. ¿Serían esos 600 reales los que desencadenaron su tragedia?
Nunca encontraron pruebas incriminatorias. Pero nuestro protagonista tampoco se quedó a averiguarlo y siguió su camino. Esta vez de vuelta.
Volvió a su Regueiro natal con la intención de establecerse allí de nuevo. Pero al principio, quizás por miedo, puso todo su esfuerzo en pasar desapercibido. Se centró en ser uno más de la comunidad y dejó durante dos año la venta ambulante.
En ese periodo logró su objetivo. Ni rastro de aquel pobre alguacil y tampoco parecía haber llegado ningún rumor hasta sus paisanos. De nuevo Romasanta era uno más y gozaba de la confianza de sus vecinos. Ese sería un error que pagarían muy caro.
Fenómenos extraños empezaban a suceder a su alrededor
A partir de 1845 un velo negro parecía cubrir el pueblecito de Regueiro, de Ourense, en Galicia. Nuestro hombre lobo volvía a dedicarse a las ventas y empezaron a sucederse extrañas desapariciones. Todas ellas de mujeres y niños.
Primero eran casos más aislados. Después se hicieron tan continuos que todos los vecinos dieron la voz de alarma. El pánico se apoderó de cuantos habitaban aquellas tierras.
Nadie sabía quién sería el siguiente, pero tampoco encontraron ningún cadáver de las víctimas.
Un año después, una de las vecinas trató de huir para salvar su vida y la de su hija. Se llamaba Manuela García Blanco y pensó que en Santander podría ganarse bien la vida. Para eso vendió sus bienes y se dispuso a partir.
Fue entonces cuando Romasanta se ofreció a ayudarle en su viaje. Él había recorrido antes esas tierras y podría mostrarles el camino. Incluso le aseguró que le buscaría un buen empleo al llegar a Cantabria. La mujer accedió y se fueron juntos hacia el norte.
Varias semanas después Manuel volvió de nuevo a su casa, pero ¿habría completado su cometido? Él explicó a la familia de Manuela que esta y su hija se encontraban en la casa de un cura y que no les faltaría el alimento.
Otras mujeres quisieron seguir sus pasos… Junto al hombre lobo
Fueron tan buenas las referencias que ofreció Romasanta que otras mujeres también quisieron para sí el mismo destino. Varias acudieron a él para pedir su ayuda o solicitando la misma fortuna que tuvieron Manuela y su hija.
Una de esas mujeres fue Josefa García, pero también se tiene constancia de Benita García, hermanas ambas de Manuela. Y otras vecinas como Antonia Rua. No obstante, nunca se volvió a saber más de ninguna de ellas ni de sus hijos.
El cerco de las desapariciones se estrechaban alrededor de Manuel Blanco Romasanta. Y en una ocasión llegaron a detenerle y él confesó hasta 13 asesinatos extraños. Afirmaba estar poseído debido a una maldición que le echaran años atrás.
Manuel relató que se convertía en hombre lobo, una especie de lobishome cuando atacaba a sus víctimas. Dijo que tenía muchas alucinaciones y en todas ellas se veía rodeado de lobos. Sucio, ensangrentado y saciado.
Y es que Manuel Blanco Romasanta era un hombre que sufría una extraña enfermedad casi inexistente en su época llamada licantropía, consistente en el crecimiento del vello de forma descontrolada por todo el cuerpo, de ahí su fama de «hombre lobo» pero no es que realmente lo fuese, la leyenda ha trascendido a su enfermedad y su psicopatía.
No fue hasta años después, en 1852, cuando por fin el hombre lobo fue detenido y condenado por 9 de esos asesinatos. Para entonces los rumores y leyendas ya formaban parte todos los territorios cercanos a la aldea de Manuel Blanco Romasanta.
Cantar de Romasanta – Lur na Lubre (2018)
En el año 2018 y dentro de su disco «Ribeira Sacra», el grupo de folk gallego Luar na Lubre compuso una canción en honor a la historia de Manuel Blanco Romasanta, que lleva por nombre «Cantar de Romasanta».
Letra Cantar de Romasanta
Veñan novos e mais vellos
esta historia a escoitar
do máis grande criminal
que coñeceron os tempos.
O lobishome de Esgos
que en Allariz foi xulgado
polos nove asasinatos,
das irmás García Blanco,
Antonia en Rebordechao
E cinco infantes coitados
Manuel Blanco Romasanta,
tendeiro de profesión,
sen chisco de compasión
as súas vítimas mataba.
Dicíalles que as levaba
a servir a Santander
e que así poderían ter
unha vida regalada.
A San Mamede marchaban
e non se volvían ver.
Na aldea Castro de Laza
xa faltaba tanta xente
que comezou a dicirse
que era o Manuel que as mataba;
e o unto que lles quitaba
nas boticas foi vendido.
Ao asasino fuxido
apresárono en Toledo,
xa non meterá máis medo!
xulgaranse os seus delitos.
Axiña confesaría
que por culpa dunha fada
que o seu mal pai lle botara
en lobo se convertía.
E coas gadoupas abría
das vítimas as entrañas,
a súa carne devoraba,
e as roupas logo as vendía
dende Ourense ata Boticas
coa tenda que comerciaba.
Todo o mundo horrorizado
non dá creto ao que lle escoita,
non se fala doutra cousa,
grande sona toma o caso.
O Manuel foi indultado
de morte en garrote vil.
Preso en Ceuta o seu fin
morreu dun cancro terrible.
Deus castigou os ruíns crimes
do home lobo de Allariz.
Muy buena documentación y articulo para recordarnos que a veces esos mitos están más cerca de lo que uno cree. Un saludo