El precioso lobo ibérico es una de esas especies autóctona de la península ibérica. Y Félix Rodríguez de la Fuente fue uno de sus principales defensores. Además de protector y estudioso de su comportamiento o su dieta.
Posiblemente, gracias a él se han salvado estos animales, tan atractivos como inquietante. Verdaderos supervivientes que han pasado de poblar toda la península a habitar solo pequeños reductos.
El peculiar lobo ibérico
Para algunos, el lobo ibérico no es más que una subespecie. Pero ese menor tamaño esconde una gran resistencia y tenacidad. Algo que lo convierte en un depredador letal.
Este pequeño lobo endémico de nuestro país cuenta con técnicas de caza asombrosas. Una perfecta coordinación entre los canes de la manada que nos habla de verdadero trabajo en equipo.
Y es que, a pesar de no ser un animal que destaque por su velocidad, sí lo hace por su resistencia. De esta forma y, tras varios kilómetros de asedio, una presa no puede más que rendirse ante la superioridad de los lobos.
A día de hoy, sabemos que se pueden comunicar entre sí. Y no solo para organizar sus cacerías. También para vivir en armonía entre las manadas. Algo curioso de este indómito animal.
Por otro lado, los lobos en España son animales fieles a sus parejas. Y las mantendrán hasta la muerte de uno de los dos. Una nobleza propia del lobo ibérico y que pocos animales comparten.
Lobos en Galicia
Sin duda el lobo ibérico ha estado rodeado de misterio. Pero lo cierto es que ya poblaba la península cuando llegaron los celtas por el noroeste. La presencia de lobos en Galicia persiste hasta nuestros días.
Sin embargo, el encuentro entre hombres y lobos debió ser francamente excitante. Hoy sabemos por historiadores y expertos que los celtas temían al lobo gallego tanto como lo admiraba.
Y, de hecho, llegaron a celebrar rituales específicos para adoptar sus cualidades. Así los guerreros celtas serían resistentes, fuertes y astutos como los lobos ibéricos.
¿Has oído alguna vez eso de “meterse en la piel del lobo”? Pues tal parece que era bastante literal entre las tribus. Ya usaban máscaras, pieles animales y diversas sustancias en las celebraciones.
Fue un animal poco más que icónico. Hasta que el hombre se dedicó a darle caza por toda nuestra geografía. Un lobo ibérico cachorro estaba tan expuesto que solo sobrevivían el 50 %. Y casi se extinguió durante la década de 1970.
En la actualidad, aunque ya no están en peligro de extinción, sí que son una raza vigilada. Y podemos ver al lobo ibérico en ciertas zonas del norte y noroeste peninsular.
Curiosamente, el centro del lobo ibérico o su hábitat actual, es el mismo en el que los celtas permanecieron durante más tiempo. Y en el que se dispone de más restos y hallazgos en sus alrededores.
Los feroces lobos en España
Los lobos son animales territoriales dispuestos a defender su espacio. Provistos de unos colmillos de 6 centímetros y poderosas garras. Fruto de más de 100.000 años de evolución animal.
En ciertas culturas primitivas ser capaz de sobrevivir a los lobos o, incluso acabar con uno, era símbolo de poder. Tal era el temor que despertaba este animal entre los hombres.
Vestir su pelaje era habitual entre guerreros y eran muchas las leyendas que se contaban sobre el lobo ibérico e incluso sobre el perro lobo ibérico. Y, después de escucharlas ¿quién sería el valiente que se atrevería a retar a un lobo?
Así, entre la ficción y la realidad, es como nació y creció una inmerecida fama. Paralela a su gloria y que casi costó la vida a toda una raza animal. Que, por suerte, consiguió sobrevivir.
Actualmente, su depredador natural es el ganadero. Los propietarios de animales de granja que ocasionalmente ven mermado su número de integrantes. Y por eso el lobo gallego continúa bajo presión.
El lobo ibérico en la cultura celta
Los celtas llegaron a tener un dio lobo y lo llamaban Vaélico. Esto se debe a que en su idioma “uailo” significaba lobo. Aunque Vaélico, propio de los celtas Vettones, parecía similar al dios galo Sucellus.
Vaélico era un dio que solía relacionarse con el inframundo. Pero, a su vez, era protector de los bosques y de toda la vida natural. Inspiraba a los guerreros, que basaban su poder en las facultades del lobo ibérico.
Así eran iniciados como combatientes, con rituales para la adquisición de los atributos animales. Un simbólico paso que les infundía valor y coraje. Y así, henchidos de ferocidad, era como amedrentaban al enemigo en la batalla.
Una pena que toda esa admiración que el lobo ibérico despertaba en unos, fuera la excusa de otros. Y así este pobre animal fue perseguido como el malo de la película.
Hasta Félix Rodríguez de la Fuente, movido su fascinación, abanderó su causa. Gracias a él hoy podemos conocer a este noble animal y sabemos más sobre su vida y costumbres.
El lobo gallego y casos de niños lobo
Los llamados niños lobo en España poco tenían que ver con los lobos en Galicia. Eran y son víctimas de una enfermedad llamada hipertricosis. Y su manifestación es en forma de pelo por todo el cuerpo del niño.
De ahí que esto niños reciban ese nombre. Y, aunque en España se han recogido casi 20 casos, el culpable de los mismos fue desenmascarado. Se trataba de un medicamento comercializado a mujeres durante el embarazo.
No obstante, ese rechazo al pelo corporal en exceso nos trae muchos recuerdos. Tales como leyendas de hombres lobos y toda una filmografía dedicada a estos híbridos.
Hombres y lobos a la vez; lobos dentro de hombres. Con la luna como protagonista, sin saber que su presencia ayuda a estos feroces animales a visualizar a sus víctimas.
¿Sigues pensando que el lobo gallego o cualquier otro le aúlla a la luna? Déjanos decirte que en realidad se aúllan entre ellos. Un aviso inequívoco de que ha llegado la hora de buscar una nueva presa.
Y así es como el lobo ibérico se prepara para cazar. Una perfecta alineación entre hermanos. Una jerarquía separada por sexos. Una perfecta armonía en el lobo y su alimento.
El lobo ibérico es el característico a España. Y es que dicen que en el principio de los tiempos el lobo sentaba cátedra en el monte (sí, el lobo ya estaba aquí antes de que nuestros ancestros más lejanos pisaran la península). Las personas llegaron a sus dominios y decidieron compartir terreno, recursos y destino. Y aquella relación se convirtió en una danza de delicado equilibrio, en el que tanto las fieras como los seres humanos luchaban por subsistir con lo que había.
El Lobo Ibérico en España: El respeto inevitable
También dicen que cuando te enamoras de una persona, ves la grandeza propia reflejada en el otro y creo que eso fue exactamente lo que les sucedió a los primeros celtas que llegaron al Noroeste peninsular. Al contemplar a su rival, vieron astucia, colaboración, resistencia, tenacidad, ferocidad, sentimiento de grupo… todas las cualidades que el ser humano había desarrollado para sobrevivir. De esta manera el respeto fue inevitable, y la veneración no tardó en llegar.
No es casualidad que expertos del mundo celta como Gonzalo Rodríguez García afirmen que las cofradías guerreras de los pueblos celtas (en realidad de todo el ámbito indoeuropeo) quisieron adoptar las cualidades del lobo mediante rituales mágicos iniciáticos (uso de máscaras de animales, pieles, sustancias alucinógenas o bebidas alcohólicas; así como el posible uso de las saunas castreñas como entrada simbólica al Otro Mundo). Tras “meterse en la piel del lobo”, alcanzaban un furor desencadenado capaz de amilanar a cualquier enemigo y así lo registran varios autores clásicos.
Pero la relación cambió pronto
Al menos desde el bando humano. Y es que aunque el lobo ibérico seguía haciendo lo que podía para sobrevivir, el ser humano se dedicó a “evolucionar” hacia cotas más altas de tecnología, civismo, cultura y un largo etcétera.
Como en todas las relaciones, las cosas cambiaron porque un componente de la pareja cambió. Ya no hay admiración por parte del ser humano, ya no reconoce la grandeza de sí mismo en el lobo. Ha olvidado el valor de la astucia, la ferocidad, la tenacidad y el trabajo en grupo para sobrevivir.
Pasamos de competir por el mismo alimento en la prehistoria a luchar por el territorio para que nuestro ganado pudiera comer y pastar en paz. Nos aliamos con los perros para montar guardia, pues nos iba el sustento en ello. Y fuimos más allá.
El escenario ha cambiado por completo
Hoy en día, nos encontramos con un medio rural despoblado. Esa “España vaciada” es el resultado de una migración hacia las ciudades en favor del sistema industrial. No vengo a contarte nada nuevo, nada que no sepas ya. Pero quizás no estés al tanto de lo que ocurre en esa otra España: donde no hay personas, no hay votos, no hay promesas, ni proyectos, ni inversiones. Da igual lo que digan las partidas presupuestarias; la sensación (y la realidad) que impera entre los que todavía apuestan por vivir del campo es el desamparo y desigualdad.
Las principales poblaciones de lobos en España se distribuyen por Galicia, Cantabria, Asturias y Castilla y León. También hay poblaciones más reducidas en zonas de montaña de regiones limítrofes como País Vasco, La Rioja, Guadalajara (Castilla-La Mancha).
Una quinta parte de los lobos ibéricos en España viven en Galicia. En el territorio gallego se mantienen unas 90 manadas de lobo ibérico en las que conviven entre 600 y 800 ejemplares.
Precisamente, es en ese escenario donde sigue habiendo dos actores principales. Por un lado, el lobo: una constante. Él no ha evolucionado, sigue haciendo lo mismo desde el principio de los tiempos.
Por otro lado, la figura del ganadero; una persona que intenta vivir del campo y disfrutar de las comodidades de la vida moderna (nada reprochable, oiga). Pero ese equilibrio no es fácil. Y menos con el lobo de por medio. Cuando los ataques se llevan por delante parte de tus ingresos y las compensaciones tardan años en llegar, el equilibrio es imposible. Muchos ganaderos se ven abocados a abandonar, entre otras cosas, porque las facturas se han de pagar con puntualidad.
El actor que faltaba, no tan secundario es la Administración. Como estamos hablando de la España vaciada, ya os hacéis una idea de la prioridad que da a esta problemática.
El malo de la película
Las respuestas ante la ineficacia del sistema que se ha montado el ser humano son variadas. Muchos, por desgracia, han tenido que abandonar el campo ante la imposibilidad de seguir con la ganadería. No son capaces a afrontar las pérdidas, las ayudas no llegan a tiempo y tampoco son capaces de afrontar el gasto que supone actualizar las instalaciones agropecuarias para la prevención de los ataques.
Otros deciden tomarse la justicia por su mano y cazan o envenenan al lobo con la esperanza de eliminarlo del mapa. También los hay que deciden sacar provecho de las ayudas y falsifican ataques de lobo ibérico para cobrar las compensaciones, perjudicando así al resto de compañeros del sector agrario.
Y en ocasiones estamos a la altura y sabemos ver una oportunidad donde hay una dificultad. Algunos han conseguido desarrollar actividades de ecoturismo, aprovechando el atractivo que tiene esta especie. Sin embargo no todo se puede basar en el ecoturismo. La ganadería sigue siendo una solución válida y necesaria.
¿Entonces, qué hacemos?
La solución no es fácil. Hay muchos intereses de por medio. Cazadores, Administración, ganaderías extensivas… Pero, desde mi humilde opinión, la opinión de una descendiente de ganaderos (de esos que vivieron del campo desde el principio de los tiempos): creo que la solución pasa por EXIGIR a la Administración pertinente que se ponga las pilas, no sólo con lo referente al perro lobo ibérico, sino con todo lo que rodea al problema de la España Vaciada.
¿Qué os parece si retomamos un poco de astucia, ferocidad, tenacidad y TRABAJO EN GRUPO (las cualidades que nos enamoraron del lobo) para hacer que las cosas funcionen adecuadamente en el ámbito rural? ¿Qué tal si nos hacemos responsables de nuestros propios desarreglos como especie humana, en lugar de culpar al lobo? Recordemos que el único que ha cambiado las reglas del juego es el ser humano, no el lobo. Es la Administración, en gran medida, la que no está a la altura de las circunstancias.
Podemos aniquilar al lobo ibérico. Se nos da bien aniquilar. Sin embargo, esa acción diría más bien poco sobre nuestra supuesta “evolución”. Yo apostaría por aprender de esta especie, capaz de mantener el equilibrio del ecosistema desde el principio de los tiempos. No olvides que su destino, al fin y al cabo, no dista mucho del nuestro. No es país para lobos.
Redactora:
Vanesa Moliner y Marié Campos Álvarez
https://mariecamposalvarez.com/
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