Los dioses celtas y sus nombres suponen un gran número de deidades que se encargan de todos los aspectos de la vida. Tales como las aguas, los truenos, la guerra, la suerte, la protección, el amor, el sexo o las medicinas.
Dioses celtas que vemos con unos u otros nombres en distintas zonas. Por lo que suponemos que es fruto de sus métodos de transmisión oral. Ya que no conservaban escritos propios.
Dioses y diosas guerreras celtas en España
Las diosas guerreras celtas son objeto de estudio actualmente. Y es que hoy en día nos llegan todavía historias y leyendas de esos dioses celtas tan queridos y temidos. Algunos nos ayudan a entender a este fantástico pueblo y otros a admirarlo.
Sus dioses tenían habilidades para darles y quitarles lo necesario. También eran buenos o vengativos. Pero todos ellos tenían utilidad para el pueblo. Y algunos de ellos siguen presentes de una u otra forma en nuestra cultura.
En España, por ejemplo, sabíamos que había cuatro nombres de dioses que destacaban del resto. Los dioses celtas más venerados eran: Deva, Navia, Aramo y Segono. Vamos a presentártelos.
Deva, la diosa celta de lo femenino y el agua
Deva, dentro de los dioses celtas que más respeto infundían, se localiza en Galicia. Y era la diosa por excelencia de la salud y de la vida. Por eso hay muchos ríos gallegos de pequeño tampoco que siguen llevando su nombre.
Deva fue muy querida en toda la parte norte de nuestra península. Deva estaba relacionada con el agua y con lo femenino. Y podría estar relacionada con la diosa Dea Dama o Dagda. Pero de esta te hablaré más adelante.
Navia también era una diosa relacionada con el líquido elemento. Pero no como creadora de vida, sino como medio. El agua representaba un canal intermedio entre el mundo de los muertos y el de los vivos.
Algo que sin duda te trae a la mente otras teorías y anécdotas. Por eso Navia estaba relacionada con el viaje o le paso entre los mundos. Sería algo así como el barquero que guía a las almas.
Y también hay un río gallego que desemboca en Asturias y recibe su nombre.
Aramo
En este caso, Aramo era uno de los dioses celtas del pueblo Astur. Y estaba relacionado con los cruces de caminos. Aquí este dios de los astures les protegía de las emboscadas.
Los astures celtas solían levantar monumentos en estos cruces como recuerdo de su dios Aramo. Señales en su nombre, para protegerse y venerarlo.
Pero también tenía un papel importante como conservador de la paz eterna o protector de los muertos. Por eso en su honor se conserva un pequeño cementerio, bastante antiguo, en Asturias y con su nombre.
Segono, el dios astur guardián y de la protección
Segono también era uno de los dioses celtas españoles. Otro de los astures. Y sabemos de su existencia por los hallazgos en Cangas de Onís. Un dios temible que vivía en cuevas.
Los celtas lo representaban con forma de serpiente. Un animal muy común entre los mitos gallegos y que también vemos en otros celtas europeos. A veces tenía alas, otras cabeza de carnero y otras era algo más esquemático.
Como un petroglifo serpenteante, tenía una función de protección. A pesar de infundir miedo, sabemos que Segono era el guardián de enormes tesoros y protector de riquezas.
Dioses Celtas del continente e Irlanda
Los dioses celtas sufrieron diversas transiciones. Por ejemplo, con la llegada de los romanos y su conquista, pasaron de ser entes animadas a personificarse.
De hecho, los romanos tenían dioses similares. A algunos de ellos se les atribuían poderes que también estaban presentes entre los celtas. Por eso hubo algún tipo de fusión entre unos y otros.
En un principio, el culto a los dioses se llevaba a cabo por los y las druidas. Que los cuidaban, complacían sus deseos y los adoraban durante toda su vida. Ya fueran en lugares específicos o en zonas naturales especiales.
Como te comentábamos, antes de los romanos, los celtas eran animistas. Tenían un dios del agua, un dios de la montaña, otro del fuego. Pero ninguno de ellos tenía forma humana en sus inicios.
Dumias, por ejemplo, era el dios de las montañas. Deva era la deidad del agua y Vosgos el de los árboles. Este último tenía gran importancia, ya que para los celtas y para las druidas los árboles eran sagrados.
Los celtas transmitían su legado cultural a través de cuentos, fábulas y leyendas. En ellas aparecían sus dioses como protagonistas de diversas contiendas. Aunque la mayoría se perdieron bajo el yugo del cristianismo.
Nombres de dioses del continente
Dentro de los dioses más habituales en el continente europeo, destacan los siguientes:
Cernunnos. Era un dios muy antiguo, el de la abundancia y protector de los animales salvajes. Por eso tenía una gran cornamenta de ciervo. Cernunnos era poderoso y muy fuerte.
Dea Dama. Era una de las triadas celtas, representada por tres cabezas o como la unión de tres mujeres. Era la diosa madre y también en otros lugares de la conocía como Brigid o Brigit, hija de Dagda.
Sucellus. Era el dios de la agricultura, de los bosques o de la medicina. Se le atribuía la fertilidad de la tierra y para algunos pueblos era mucho más. Llevaba consigo un martillo o un barril de cerveza.
Belenus. Poseía el fuego y con él la capacidad de purificar y regenerar que se le atribuía a este elemento. Era brillante, como una luz luminosa.
Y, en ocasiones, se confundía con los atributos de Sucellus, como dios de la agricultura. Ahora se baraja la posibilidad de que Belenus no fuera un dios.
Belisama. Se ocupaba del hogar, era la diosa de los artesanos y los herreros. Algo que también se le atribuye al dios Goibniu en otros pueblos. Este último también parte de otra triada junto a Craidne y Luchtine.
El Irlanda, Belisama es conocida como Brigantia. Que después se confundió con Brigit y que ha derivado en Santa Brígida. Manteniendo parte de los atributos de las Dae Dama o Belisama celtas.
Epona. Una diosa protectora de jinetes y caballos, pero también de la fertilidad y la tierra. Suele representarse con un cuenco para sacrificios o junto a un caballo.
Taranis. Era el dios de trueno y podía provocar rayos con su vara y una rueda. Pero también era protector de los celtas y muchos lo comparan con Thor. Taranis, Teutates y Esus conformaban otra tríada en algunas zonas.
Teutates. Era muy similar a Ares, el dios de la guerra, aunque también se encargaba de proteger a las tribus. Es un dios de la noche, similar al dios romano Marte.
Esus. Era el dios al que representaba la sangre, pero también los bosques. Un ente salvaje e indómito al que le encantaban los sacrificios, por lo que eran necesarios para no desatar su ira.
Nombre de dioses guerreros de Irlanda
Verás que muchos de estos dioses reciben otros nombres en el continente. Sin duda la memoria de los celtas tuvo un papel fundamental en la transmisión y perpetuidad de sus deidades.
Dagda. El dios creador o soberano y señor de los elementos. Se le conoce como padre de otros dioses, como Brigit, Cermait, Aengus, Midir o Bodb Derg. Era un temible y poderoso guerrero, similar a Odín, padre de Thor.
Lugh. Dicen que fue el dios que mató a Balar. Poseía una gran lanza en llamas que solo podía apagarse con sangre humana. También se le conocía como Lughnasa o el dios del sol y por el norte sigue presente en algunas celebraciones.
Balar. Este dios irlandés tenía un ojo en la frente y otro en la nuca. Para algunos era el dios maligno de los demonios.
Morrigan. En algunos sitios era parecido a Taranis, pero su homónima femenina; la diosa de la guerra y dama de la oscuridad. A ella se le atribuía la muerte, la devastación y la destrucción. Su nombre significa “gran reina”.
También era la diosa encargada de guiar a los guerreros en la batalla e infundirles aliento.
Brigid o Brigit era la diosa del fuego y del hogar. Hija de Dagda y poseedora de dos bueyes: Fe y Men. Como comentábamos antes, la relacionan con Santa Brígida.
Dian Cecht o Diancech era el dios de la medicina y Aengus o Angus el del amor.
Una buena colección de deidades que, aunque han perdurado con el tiempo, nos llegan confusas. Algunas distorsionadas entre unos y otros lugares. Otras abducidas por deidades romanas o festividades cristianas.
Quizás un pasado común que nos habla de raíces. De orígenes paganos que, de una forma u otra, siguen vivos aquí y ahora.
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