Sobre una colina junto a la ciudad homónima encontramos el castillo de Ponferrada. El conocido como ‘castillo templario’ tuvo su probable origen en un castro celta, que más tarde sería poblado por romanos y visigodos.
Lo que hoy vemos de él, sin embargo, es el magnífico castillo románico construido por los templarios a finales del siglo XII. Esta soberbia fortaleza no duró mucho en manos de sus dueños originales: tras la disolución de la Orden del Temple a comienzos del siglo XIV, pasó a manos de la familia real castellana. Durante el siglo XV el recinto amurallado se amplió para acoger un palacio renacentista separado del resto del castillo, desde entonces conocido como el castillo viejo.
Sobrevivió al asedio en un conato de rebelión en tiempos de los Reyes Católicos, y durante los siglos XVII y XVIII fue sede del gobierno local. A partir de 1850 comenzó su declive y abandono, que no pararía hasta entrado el siglo XX.
A nivel estructural se trata de un castillo de lo más clásico, con foso ante una muralla con almenas y torreones, una barbacana no conservada, patio de armas, torre del homenaje de planta elíptica y algunas más con diferentes funciones.
Por desgracia, el estado de conservación del castillo viejo, el templario, no es el mejor. Pero aun así, lo que puedes ver resulta sobrecogedor. Se encuentra abierto al público.
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